Mi blog es C02 Neutral


Andando de un sitio a otro por la red he encontrado una iniciativa que me parece muy loable: si publico un post explicando que desde ahora mi blog es C02 Neutral, Geniale.es plantará un árbol en mi nombre en una zona con riesgo de desertificación.

El proyecto Mi blog es Co2 Neutral nace con el propósito de que cada uno pueda aportar su granito de arena, plantando su propio árbol para así contrarrestar las emisiones de anhídrido carbónico que su blog produce.

¿Cómo puede un árbol anular la producción de dióxido de carbono de tu blog?
¿Cuánto CO2 produce mi blog? Según el Dr. Alexander Wissner-Gross, un activista del medio ambiente y físico de Harvard, un sitio web produce un promedio de 0,02 gramos de CO2 por cada visita. Calculando 15.000 visitas de páginas al mes, esto se traduce en 3,6 kg de CO2 al año. Esta producción está principalmente vinculada a la operación de los servidores.
¿Cuánto CO2 es absorbido por un árbol? Depende de muchos factores, pero la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) estima que un árbol absorbe cada año una media de 10 kg de CO2. Geniale.es estima que mi árbol absorberá al menos 5 kg por año.


¿Dónde y cómo plantan los árboles?
Geniale.es planta un árbol en asociación con www.iplantatree.org. Una iniciativa alemana que encabeza algunas obras de repoblación forestal en distintas áreas del planeta.
El proyecto en el que está participando en este momento -y con el que estoy colaborando con mi blog- se está realizando en Göritz y los árboles que se están plantando son robles.

Así que yo misma animo a que quien lea este post y disponga de un blog o de una página web se anime a colaborar con esta iniciativa. Sólo hay que visitar la página http://www.geniale.es/co2neutral/plantamos-arboles .

¿Cuándo se ha perdido el norte en lo que se refiere a corrección ortográfica?


   A los que hemos trabajado en editoriales, en corrección tipográfica, ortográfica, o de estilo, no nos deja indiferentes el hecho de ver tantos y tantos errores en los escritos que se presentan al público.
   Editoriales que se preocupan por la excelencia en la presentación de sus libros hay muchas, por suerte; pero cada día observo más ediciones de libros (incluso en los de texto en el colegio), que, o bien no tienen correctores de alto nivel, y confían a ciegas en el corrector del procesador de textos, o bien dejan al autor del libro no solo el coste de la publicación, sino también la tarea de auto-corrección ortográfica.
   Claro, sería fácil presentar textos o obras extensas, si no tuviéramos el inconveniente de la sutileza de la intención de las palabras. Una misma palabra, dependiendo del significado, puede ir o no acentuada; y eso no lo distingue una herramienta de un procesador de textos, por muy avanzado que sea.
   Cuando ejerzo de maestra, suelo tener una máxima que repito curso tras curso a mis alumnos: “A leer se aprende leyendo, y también se aprende a escribir de la misma forma, leyendo mucho”. Pero últimamente cada vez son menos veces las que repito esta frase a los niños. Incluso ellos mismos, de vez en cuando, me vienen y me señalan alguna errata en los libros que utilizan. Algunas son pequeños fallos tipográficos, pero otros son separaciones de sílabas que el procesador de textos al uso se inventa para que quede bien justificado el cuadro de texto, por ejemplo.
   A todo esto, cabe preguntarse, ¿es importante la corrección ortográfica? Evidentemente, como maestros, debemos darle importancia; bastante peligro tuvieron en su momento los “sms” y ahora los “whatsapp”.  Seguramente si nuestros alumnos no van a licenciarse en “Filología”, quizá no tenga mucha, mucha importancia. Pero considero que no se debe degradar el idioma, sea el que sea, de tal forma.
   Reconozco que yo misma hago menos faltas de ortografía cuando escribo en castellano que en catalán (tuve la desgracia de no empezar a estudiar catalán hasta entrar en la Universidad); pero me esfuerzo por intentar hacerlo bien en cualquier idioma.
   De lo que me quejo no es de las faltas de ortografía que podamos hacer los “escritores” de a pie, puesto que somos humanos y cometemos fallos. Muchas veces, incluso, un libro sale de una cantidad de artículos publicados en un blog, a los que se les da un hilo conductor (o no), y que hace "¿gracia?" ver impreso, y con el nombre de uno en la portada. ¿Por qué no? Tampoco, seguramente, es nuestra obligación hacerlo con  total corrección. Quienes tienen la obligación moral por hacerlo bien son las editoriales. Para eso cobran, y todas (de más o menos renombre), se quedan con una parte de los beneficios que generará el libro. Y cada vez más a menudo caen en mis manos libros que te impactan por la cantidad de errores ortográficos y gramaticales que contienen. Si las nuevas tecnologías están relegando el libro a un último plano, las editoriales no ayudan mucho, que digamos, a que continúe en carrera. Y es una lástima.
  En fin, supongo que ya me he quedado un poco más descansada. No pongo ejemplos, aunque haberlos, "haylos" (o los hay). A más de un lector, seguro, de vez en cuando se le enciende en su mente el “?”: "¿Esto se escribe así?" Y la respuesta es: “No, no se escribe así”.